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Mis historias con comida sin gluten

Me gustaría contaros algunas de las historias que he vivido en restaurantes al pedir comida especificamente sin gluten. Si sois celiacos o sensibles al gluten seguro que habéis vivido situaciones similares o INCLUSO PEORES.

Esta es una de las razones por las que nace Celiapp, para que situaciones como estas no le vuelvan a ocurrir a nadie. La verdad es que en momentos como estos piensas en todo lo que queda por recorrer.

1. El helado sin gluten

Estabamos en un restaurante, y al llegar el momento de los postres preguntamos, cuáles de los que habían en la carta eran sin gluten. El camarero que nos atendía, que parecía que era la primera vez que escuchaba la palabra «gluten» enseguida se disculpo para preguntarlo en la cocina.

El chico cuando vuelve dice: «me dicen en cocina que solo el helado de vainilla». Pues perfecto, un helado de vainilla. Cuando nos lo trae, evidentemente me lo como. Cuando quedaban 2 cucharadas vuele el camarero y me QUITA LA COPA DE LA MANO: «perdona es que tengo que comprobar en la cocina si lleva gluten». Pues ya me lo había comido…

2. ¿Pero eres intolerante o alérgica?

Esto más que una historia es el pan de cada día si quiero comer sin gluten en un restaurante. Muchos sitios que ofrecen pan o opciones sin gluten te hacen la misma pregunta (o variante): «perdona ¿eres alérgica o intolerante?». A mí me saldría una respuesta bastante borde, pero yo les contesto «uff alérgica!». Esto lo hacen porque si les dices que eres intolerante pasan de la contaminación cruzada. Me han llegado a preguntar «¿De las que te mueres?» y yo asintiendo » si, si» para que tengan todo el cuidado del mundo. Creo que es de las preguntas que más odio, porque si quieres ofrecer opciones seguras sin gluten a las personas celiacas habría que tener un poco de conciencia e informarse sobre la enfermedad y consecuencias.

3. El bocadillo desmontable

No se si esto sería la antítesis de a historia anterior pero es igual de molesto. Un día pedimos a domicilio en un restaurante con opciones «sin gluten». Podías pedir el pan especial (que te cobran a parte, por supuesto) en cualquier bocadillo.

Al recibirlo en casa, era un bocadillo a piezas, en plan puzzle. El pan en una bolsa de plástico, que había que sacar y abrir y, por separado, lo de dentro del bocadillo. Osea que, encima de que me costara más caro que la persona con quien estaba comiendo, me lo tuve que montar yo. Lo bueno es que contaminación cruzada con el pan no había, lo malo es que me ha pasado en más de un sitio. Ni siquiera lo sacaron de la bolsa…

4. Las mejores opciones sin gluten

En unas vacaciones en Mallorca ibamos buscando un restaurante donde comer. Encontramos un restaurante con un cartel gigante que ponía «tenemos opciones para celiacos». Estupendo, aquí podemos comer! Al entrar era de estos bares que tienen la comida tipo buffet en la barra y que eliges las tapas que quieres comer.

Le decimos al camarero: «hemos visto el cartel fuera, ¿que platos tenéis sin gluten?» ya sin fiarnos mucho por como estaba todo. » A ver… pues este de aquí creo que no lleva frutos secos…». En ese momento sonreímos amablemente y dijimos «ah vale, gracias» dimos media vuelta y salimos pitando. Si ni siquiera sabes lo que es el gluten, difícilmente vas a tener algo apto.

5. La ensalada con pan

Fuimos de comida familiar a un restaurante, muy mono, al que habíamos llamado previamente para saber si había cosas sin gluten y para informar de que iba una celiaca. Nos dijeron que no había ningun probrema.

Al llegar al sitio volvimos a recordarlo y nos dijeron que platos eran sin gluten «la ensalada de queso de cabra» de entrante. Cuando llega la ensalada era una ensalada con un trozo de pan frito con queso de cabra encima. Obviamente con gluten. Informamos y, si se disculparon mil veces y me hicieron otra ensalada (sin pan y sin queso de cabra porque ya lo tenían todo junto) que era solo tomate y cebolla.

Y así podría contar infindidad de historias. Aunque está mejorando aun queda que los restaurantes cojan conciencia de las limitaciones alimentarias y se informen debidamente (no solo con la celiaquía). Así podrían ofrecer opciones seguras y que sean igual de apetecibles porque aunque seamos celiacos… también nos gusta comer!

¿Os ha pasado alguna vez algo parecido en algún restaurante?

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